Beneath the earth’s surface time is languid
formations otherworldly, silent
some millions, some thousands, of years in the making
a thousand years from now gazers will see the centimeter of growth
the caves are dark, still, humid
water drops from the ceiling
calcium-rich
plunking quietly from the limestone stalactites
on the stalagmites reaching up to meet them
on the crystalline lakes that host no living organism
on my head.
Everywhere I look something looks like something else
a face with two black dot eyes
a bridal veil of intricate lace
a wedding gown with thick ivory folds
sea shells
candlesticks
the princess’ bathtub
wings
so many wings
birds, eagles, owls
the pair I could swear belong to an angel
for this is tierra
that makes me believe
in those who once dwelt
in these grand limestone chambers
angels
saints
virgins
goddesses
mermaids
shepherds
creatures that flew
or slithered
and in the blink of
an eye that hadn’t seen daylight
wandered to the still emerald water
slipped in to bathe with the princess.
The final chamber named for the obvious –
disrobed –
phalluses and buttocks and breasts and bellies
tantalizingly abundant, shiny
shaped by nothing more than the weight of minerals
pulling water from air and rock
the absence of the human hand
sensual as Martín Riesco’s Bacante luxuriating in marble.
My own desire swells
hot, moist
I imagine taking your hand
walking back to the princess bathtub
the unhurried way you undress
your flesh tinged golden like oil from your pueblo
the slow gentle way you disrobe me
my foreigner’s flesh
white and pale
prickled with goose bumps
you step in without a flinch
reach out a hand
to lead me in
the shock of pure cold water
as you lay me down
until we are barely submerged
the smooth stone underway
the emerald green flint in your blue eyes
a thousand years go by
before you reach across the centimeter of space
between our lips
I feel the wings begin to form from your shoulder blades
you caress the scales of my new white tail
we are cocooned
our cave within the cave.
Visitors take no notice
although one thinks she sees
an angel kissing a mermaid
laughs at the improbability
dismisses it
and walks on.
Bajo Aracena
–Traducido por Kivieta Gutiérrez Suardiaz
Bajo la superficie de la tierra el tiempo es lánguido
formaciones de otro mundo, silenciosas
unos millones, otros miles de años en la fabricación
dentro de mil años los observadores verán el centímetro de crecimiento
las cuevas son oscuras, quietas, húmedas
gotas de agua del techo
rico en calcio
se despluman tranquilamente de las estalactitas de piedra caliza
en las estalagmitas que llegan a su encuentro
en los lagos cristalinos que no albergan ningún organismo vivo
en mi cabeza.
Por todas partes veo algo se parece a otra cosa
un rostro con dos ojos de punto negro
un velo nupcial de intrincado encaje
un vestido de novia con gruesos pliegues de marfil
conchas de mar
candelabros
la bañera de la princesa
alas
muchas alas
pájaros, águilas, búhos
el par podría jurar que pertenecen a un ángel
por esto es tierra que me hace creer
en aquellos que una vez habitaron
en estas cámaras de piedra caliza
ángeles
santos
vírgenes
diosas
sirenas
pastores
criaturas que volaron
o deslizaron
y en un parpadeo de un ojo que no había visto la luz del día
vagaron hacia el agua esmeralda
resbalaron para bañarse con la princesa.
La cámara final nombrada por lo obvio –
desvestidos –
falos, glúteos, pechos, vientres
tentadoramente abundante, brillante
formados por nada más que el peso de los minerales
tirando agua de aire y roca
la ausencia de la mano humana
sensual como El Bacante de Martin Riesco
exuberante en mármol.
Mi propio deseo se hincha caliente, húmedo
me imagino tomando tu mano
caminando de regreso de la bañera de la princesa
la forma pausada de desnudarte
tu carne teñida de oro como el aceite de tu pueblo
la suave y lenta forma cómo me desnudas
la carne de mi extranjero
blanca y pálida
pinchada con piel de gallina
entras sin un parpadeo
extiendes la mano para guiarme
el choque de pura agua fría
mientras me acuestas
hasta que estamos apenas sumergidos
la piedra lisa en marcha
el pedernal verde esmeralda en tus ojos azules
mil años pasan antes de que llegues a través del centímetro de espacio entre nuestros labios
siento que las alas comienzan a formarse de tus omóplatos
alisas las escamas de mi nueva cola blanca
estamos encapuchados
nuestra cueva dentro de la cueva.
Los visitantes no toman nota
aunque uno piensa que ve
un ángel besando a una sirena
se ríe de la improbabilidad
lo descarta
y camina.
Sensuous, sumptious, delicious!
You are creating quite a treasure trove of geographical odes to the written word.
BRAVA, mi Amiga!
Thank you!
Some places seem to create themselves!
The last day of the first month of the third decade of the century…and you talk of millenia and sensuality, such opposites. Love this.
Thanks!