Déjalo ir
– Para Leona, con sus colores vibrantes en su interior. Gracias por recordármelo.
¿Cuántas veces me ha sido invitado?
A abrir los puños sosteniendo tesoro sudado:
guijarros sin brillo, conchas opalescentes y arenosas,
descartadas, fragmentos lisos de vidrio de mar
azules y verdes opacos, pedacitos de botellas rotas,
lo no deseado de todos que se transforma
por la búsqueda, por las acaricias de dedos,
por el paso de tiempo en las manos en una parte
de mi cuerpo, como si yo viniera a la Tierra
con las manos llenas después de caminar
por la playa.
A soltar el agarre para que todo caiga en la arena.
¿Cuántas veces he olvidado que los colores viven
dentro? Me veo a mí misma desvanecida,
una antigua foto. Me siento lenta, desechada,
como si esperara ser recogido por la mano
de otro, alguien que pueda ver el tesoro
que érase una vez.
A veces, encuentro mi propio brillo. Lo veo
se reflejado de nuevo a mí, en la cara
de un cachorro mirándome antes de lanzar,
en las dalias abriéndose al sol, en las casas
pintadas en la ladera, en la mirada de tus ojos.
Anoche, en la sala redonda con luces
centelleantes, la música me invitó otra vez.
Acepté. Solté todo. Bailé hasta que me convertí
en todos mis colores, hasta que supe mi propio
tesoro, hasta que la frecuencia del más allá
vibró dentro y se llenó mi cuerpo.
⸙ ⸙ ⸙ ⸙ ⸙
Letting go
– For Leona, aglow with her vibrant colorful self. Thanks for reminding me.
How many times have I been invited?
To open my fists holding sweaty treasure:
dull pebbles, discarded, gritty, opalescent shells,
smooth fragments of matte blue and green sea
glass, mere bits of broken bottles, that which no one
wants that is transformed by the search,
by my fingers caressing their surfaces,
by the passage of time in my hands,
into part of my body, as if I came
to Earth with beach-comber hands, full.
To release the grip and let everything fall to the sand.
How many times have I forgotten that colors live
inside? I see myself faded, like an old photo.
I feel sluggish, cast-off, as if waiting to be held
in another’s hand, someone who can see
the treasure I was once upon a time.
Sometimes, I find my own shine. I see it reflected
back to me, on the eager face of a puppy
before I throw the ball, in the dahlias opening
to the sun, in the painted houses
on the hillside, in your eyes looking at me.
Last night, in the round room with the twinkling
lights, the music invited me once again.
I accepted.
I let go.
I danced until I was all my colors, until I knew
my own treasure, until the energy of that
that which exists beyond vibrated within,
filling my body.